¿QUÉ QUIERE EL P.C. AHORA?
La edición del 13 de Febrero de “El Siglo”, se vuelca extensamente a plantear la necesidad de la formación de un tal “Frente Amplio por un Chile Democrático”. La convocatoria a tal iniciativa aparece realizada por la CUT (se entrevista al encargado de conflictos de la central, Adrián Fuentes) y por el CONFECH (se entrevista al Secretario General de la FECH, Iván Mlynarz). Obviamente, ante tales convocantes, el carácter que pretende darse a esta iniciativa es la de haber surgido de las bases y de gozar de un amplio respaldo masivo.
El sentido de esta convocatoria, es el mismo que ha animado al PC desde mediados de la década del 70: la formación de un frente “antifascista”, que es el nombre que han dado a su política de colaboración de clases y que hasta el 73 llamaron de “Frente Popular”. La base teórica de estas políticas es la misma, el proletariado es minoritario, no están dadas las condiciones para la revolución socialista, por lo que el camino que queda es el de soldarse con los burgueses democráticos, para sumar fuerzas contra la reacción, los “enclaves dictatoriales” como acostumbran a decir ahora.
En este camino han llevado a las masas de derrota en derrota, convirtiéndose, por esto, el PC en uno de los pilares de sustentación del régimen burgués.
Son estas las concepciones que se hacen evidentes una y otra vez. Mlynarz por su parte nos dice que la idea de este Frente “es agrupar a todos los sectores demócratas (??) del país que hoy quieren o tienen la necesidad de luchar porque este sistema impuesto por Pinochet y su dictadura sea modificado, para lograr los cambios democráticos que necesita Chile, en términos político administrativos, como económicos referidos a la distribución de los ingresos, la propiedad y otra serie de cosas que están mal en el país”. Más adelante este burócrata estudiantil nos plantea que el Frente Amplio en realidad no plantea nada en el terreno programático y que en este sentido “no quiere disputar terreno a nadie, sino que quiere coordinar y lograr la unidad en torno a este tema (los cambios democráticos. Ned)”.
En el mismo sentido Adrián Fuentes nos maravilla con un nuevo pastelito y precisa que la unidad que ellos buscan, abarca “a los demócratas de cualquier signo, incluso a quienes en la DERECHA pudieran concluir que este estado de cosas es insoportable y estén dispuestos a prestar su apoyo, aunque sea para algunas de las iniciativas que permitan resolver el problema de fondo que es democratizar Chile”.
El camino, único posible si se busca el concurso de sectores de la burguesía (y de la derecha), es el del plebiscito, el de la convocatoria a una Asamblea Constituyente, el del electoralismo barato con el cual el PC ha venido mendigando ser considerado por el Gobierno y el empresariado. En este proyecto, el mismo Fuentes nos indica que la movilización es un “ingrediente ... en el cual... aspiramos asumir el papel protagónico que nos corresponde”. Es decir en este contubernio se ofrecen de campanilleros.
Algunas páginas más atrás, el pomposo miembro de la Comisión Política del P.C., Oscar Azócar, plantea en el medio aludido, con más orden el fondo y proyecciones de este salto stalinista, de esta verdadera soltada de trenzas que ha ocasionado el tibio repunte electoral de Diciembre. Azócar despliega con mayor claridad los objetivos estratégicos y las maniobras tácticas, por medio de cuales se pretende configurar esta nueva trampa.
De entrada se raya la cancha con entera frialdad, cuando se indica que el resultado de las elecciones define a su turno los objetivos del momento: “Se trata de... (avanzar. NEd) en la creación de un movimiento nacional para resistir la instalación de Pinochet en el Senado y hacer saltar el candado instalado por el pinochetismo para bloquear los cambios democrátricos” (sic). En este camino se busca principalmente la unidad con los sectores no hegemónicos pero “democráticos” de la Concertación, así bautizan a Lavandero y sus “chascones”. Así se llega a plantear explícitamente que el Frente Amplio “no es contradictorio con otras iniciativas como el Movimiento por la Dignidad Nacional”. Las movilizaciones demagógicas que plantea el Frente Amplio, buscan ese solo objetivo fortalecerlo de forma que “converjan las demás iniciativas”.
El objetivo, entonces, está nítidamente delineado: formar un amplio movimiento anti-Pinochet y unirse con el que quiera embarcarse, de forma de garantizar que el Frente quede limitado exclusivamente al reclamo democrático. Esto es, seguir alimentando las ilusiones en el régimen burgués.
Pero la maniobra no termina aquí, consecuente con el planteamiento de unidad y colaboración con los burgueses “democrtáticos”, las vías para efectivizar tales iniciativas corren exclusivamente por el carril de la legalidad burguesa. Efectivamente, mientras se constata que existe un régimen represivo, que la burguesía seguiría coqueteando con la idea de un nuevo Golpe de Estado (??), se plantea por un lado “recuperar la experiencia de autodefensa de masas hecha por el pueblo durante la lucha contra la Dictadura” y, por otro, “ante todo esto, elevar el apoyo a la querella a través de la recolección de firmas, individuales y de organizaciones”. Frente a la represión lo que debemos hacer es ponernos corbata e ir a firmar la querella que presentó Gladys Marín, pidiéndole al juez que encarcele a Pinochet.
En esta línea se plantea con claridad que el desafío de avanzar en la construcción de una alternativa de izquierda “surge de los resultados electorales”, y que esta alternativa debe sustentrarse en “una política amplia de construcción de un movimiento nacional, por cambios democráticos con dirección rupturista, que harán avanzar más rápido el proceso de acumulación de fuerzas”. Para ello califican de indispensable la “coordinación de las fuerzas más consecuentemente democráticas”. Por lo mismo plebiscito, Asamblea Constituyente y elecciones son el único lenguaje a través del cual puede hacerse viable este Frente, los “demócrtatas”, incluso de derecha no deben ser asustados (ni podrán ser convocados) en otro terreno que el de la legalidad burguesa.
Se debe subrayar que este Proyecto de Desarrollo Nacional, concepto difusamente sustentado por el economista del PC, Hugo Fazio, es un proyecto enteramente burgués, que se desprende de los conceptos de “desarrollo industrial” que planteara la CEPAL hace más de tres décadas. Se parte del supuesto de que sectores de la burguesía criolla van a embarcarse en un proyecto de desarrollo industrial, cuestión que permitiría una mejora de salarios y la ampliación del mercado interno.
Esto contraría la historia, ya que desde sus orígenes la burguesía criolla ha sido una criatura del imperialismo, no pasando de ser una burguesía mercantil y extractiva, incapaz de protagonizar -menos en esta fase de decadencia generalizada del capitalismo- el desarrollo integral del país. La división internacional del trabajo, en la que Chile se inserta a cabalidad, requiere de nuestro país servicios y materias primas para la moribunda industria imperialista. La servil burguesía nacional no tiene otro camino, de ahí que el mentado “Proyecto de Desarrollo Nacional”, que se plantea dentro de los marcos burgueses (eso significa “avanzar”), carece de toda viabilidad y su única utilidad es alimentar la idea de que el capitalismo puede desarrollarse, con lo que sólo beneficia a la burguesía.
Este proyecto sustentado por el PC, es de carácter burgués, como ya hemos demostrado. A mayor abundamiento, debe indicarse que según explícitamente señalan buscan “industrias para sustituir importaciones y ahorrar divisas” y quieren que el Estado burgués “fiscalice y controle” a las transacionales y grupos económicos que son dueños del propio Estado. No plantean la exigencia socialista básica de expropiación de la burguesía, no quieren que el saqueo y la explotación del país sea abolido por la revolución, sino que éste prosiga bajo fiscalización y control de los propios patrones. La Reforma tributaria que exigen sigue el mismo derrotero, aumentar el impuesto a la renta, que el patrón sacará del bolsillo del obrero.
Como vemos el Proyecto de Desarrollo, como el Frente Amplio son expresión de una política al servicio de los explotadores, que persigue adormecer a los explotados.
Uno solo es el objetivo que visualiza la dirección del PC: la democracia burguesa, la reforma del actual régimen. No existe ningún planteamiento que oriente contra el sistema capitalista y la dictadura que ejerce la patronal con o sin democracia. La única Dictadura que parece interesarles es la de Pinochet, de ahí que no realicen un solo planteamiento de revolución social, de la toma del poder por parte de los obreros. Aunque resulte un tanto formal, se puede constatar que en estos análisis que plantea “El Siglo” para fundar su política de Frente Amplio y de Desarrollo Nacional, la palabra “revolución” no aparece ni una sola vez. Es forzoso concluír que el marco de análisis por el que deambulan es exclusivamente el reformas cosméticas al orden burgués.
Lamentablemente, en un país semicolonial como el nuestro, sostener una política proburguesa, como hace el PC, (también el PS y el conjunto de la izquierda reformista) importa también sostener un planteamiento pro-imperialista y antinacional. Es decir, desde una perspectiva histórica, estos reformistas no pueden siquiera ser equiparados con los reformistas europeos de comienzos de siglo. La socialdemocracia europea que vota favorablemente los créditos de la 1ª Guerra Mundial, adopta así una postura chauvinista del lado de sus propias burguesías, con lo que manda a la muerte y al enfrentamiento a los obreros de sus respectivos países. Estos socialdemócratas traicionaron a la clase obrera y defendieron los intereses de las potencias imperialistas en que estaban radicados. No puede decirse lo mismo ni de stalinistas ni de socialdemócratas (PC, PS) en Chile, pues ellos al traspasar la barrera de clase y servir a la burguesía, han pasado con ello a servir al imperialismo.
A pesar de la labor desmoralizadora y confusionista del reformismo, y en este caso del PC, que ha prostituído las expresiones propias de la clase obrera de forma tal que la revolución y la lucha de clases se han transformado en expresiones fetiches para los 1º de Mayo, creemos en la vigencia del marxismo-leninismo, en tanto es la única herramienta por medio de la cual la clase obrera puede emanciparse idelógica y políticamente de la burguesía para erigirse como caudillo nacional.
La clase obrera, por su papel productivo es la única clase capaz de barrer del poder de la burguesía, expropiándoles su base de sustentación económica: la propiedad de los medios de producción. El proletariado sólo podrá desarrollarse en tanto sea capaz de estructurar su propio partido y programa político, el parido obrero revolucionario. Sólo por esta vía podrá expresarse en la lucha de clases planteando su propia estrategia, las Dictadura del Proletariado.
Resulta evidente, que en un país atrasado y semicolonial como el nuestro, la revolución no sólo será socialista, social, sino que combinará la realización de estas tareas, con las de tipo nacional (ruptura con el imperialismo, plenas libertades, formación de un mercado interno, etc) que NO PUEDE REALIZAR LA BURGUESÍA, NI DE LA MANO DE ELLA. Precisamante para objetivar, para concretar este papel del proletariado se hace necesaria la formación de un Frente Único Antiimperialista, que permita conducir a la mayoría nacional bajo la estrategia y métodos de la revolución proletaria.
Este Frente Unico Antiimperialista que planteamos es contradictorio con el Frente Amplio del PC, porque este último -como se ha demostrado- sirve a la estrategia de la burguesía: la contrarrevolución que les permita mantenerse en el poder. El Frente Único Antiimperialista que debe proponerse la resolución de los problemas nacionales de orden democrático y social, tendrá este nombre en la medida que sirva la unificación de las luchas a escala nacional y las proyecte como lucha de clases. Este Frente Único Antiimperialista, es tal precisamente porque levantando la estrategia de la Revolución Proletaria, lucha por su consecusión por la vía de la acción directa, la lucha, la movilización, JAMÁS POR LA VÍA ELECTORAL. Esta es compañeros, la verdadera lucha democrática, lo otro, lo del Frente Amplio sólo puede ser categorizado como una traición a la clase obrera.
El cumplimiento de estos objetivos será efectivo sólo a condición de estructurar a la vanguardia en torno al programa revolucionario, esto es construyendo el partido obrero revolucionario.
Valparaíso, Febrero de 1998
El sentido de esta convocatoria, es el mismo que ha animado al PC desde mediados de la década del 70: la formación de un frente “antifascista”, que es el nombre que han dado a su política de colaboración de clases y que hasta el 73 llamaron de “Frente Popular”. La base teórica de estas políticas es la misma, el proletariado es minoritario, no están dadas las condiciones para la revolución socialista, por lo que el camino que queda es el de soldarse con los burgueses democráticos, para sumar fuerzas contra la reacción, los “enclaves dictatoriales” como acostumbran a decir ahora.
En este camino han llevado a las masas de derrota en derrota, convirtiéndose, por esto, el PC en uno de los pilares de sustentación del régimen burgués.
Son estas las concepciones que se hacen evidentes una y otra vez. Mlynarz por su parte nos dice que la idea de este Frente “es agrupar a todos los sectores demócratas (??) del país que hoy quieren o tienen la necesidad de luchar porque este sistema impuesto por Pinochet y su dictadura sea modificado, para lograr los cambios democráticos que necesita Chile, en términos político administrativos, como económicos referidos a la distribución de los ingresos, la propiedad y otra serie de cosas que están mal en el país”. Más adelante este burócrata estudiantil nos plantea que el Frente Amplio en realidad no plantea nada en el terreno programático y que en este sentido “no quiere disputar terreno a nadie, sino que quiere coordinar y lograr la unidad en torno a este tema (los cambios democráticos. Ned)”.
En el mismo sentido Adrián Fuentes nos maravilla con un nuevo pastelito y precisa que la unidad que ellos buscan, abarca “a los demócratas de cualquier signo, incluso a quienes en la DERECHA pudieran concluir que este estado de cosas es insoportable y estén dispuestos a prestar su apoyo, aunque sea para algunas de las iniciativas que permitan resolver el problema de fondo que es democratizar Chile”.
El camino, único posible si se busca el concurso de sectores de la burguesía (y de la derecha), es el del plebiscito, el de la convocatoria a una Asamblea Constituyente, el del electoralismo barato con el cual el PC ha venido mendigando ser considerado por el Gobierno y el empresariado. En este proyecto, el mismo Fuentes nos indica que la movilización es un “ingrediente ... en el cual... aspiramos asumir el papel protagónico que nos corresponde”. Es decir en este contubernio se ofrecen de campanilleros.
Algunas páginas más atrás, el pomposo miembro de la Comisión Política del P.C., Oscar Azócar, plantea en el medio aludido, con más orden el fondo y proyecciones de este salto stalinista, de esta verdadera soltada de trenzas que ha ocasionado el tibio repunte electoral de Diciembre. Azócar despliega con mayor claridad los objetivos estratégicos y las maniobras tácticas, por medio de cuales se pretende configurar esta nueva trampa.
De entrada se raya la cancha con entera frialdad, cuando se indica que el resultado de las elecciones define a su turno los objetivos del momento: “Se trata de... (avanzar. NEd) en la creación de un movimiento nacional para resistir la instalación de Pinochet en el Senado y hacer saltar el candado instalado por el pinochetismo para bloquear los cambios democrátricos” (sic). En este camino se busca principalmente la unidad con los sectores no hegemónicos pero “democráticos” de la Concertación, así bautizan a Lavandero y sus “chascones”. Así se llega a plantear explícitamente que el Frente Amplio “no es contradictorio con otras iniciativas como el Movimiento por la Dignidad Nacional”. Las movilizaciones demagógicas que plantea el Frente Amplio, buscan ese solo objetivo fortalecerlo de forma que “converjan las demás iniciativas”.
El objetivo, entonces, está nítidamente delineado: formar un amplio movimiento anti-Pinochet y unirse con el que quiera embarcarse, de forma de garantizar que el Frente quede limitado exclusivamente al reclamo democrático. Esto es, seguir alimentando las ilusiones en el régimen burgués.
Pero la maniobra no termina aquí, consecuente con el planteamiento de unidad y colaboración con los burgueses “democrtáticos”, las vías para efectivizar tales iniciativas corren exclusivamente por el carril de la legalidad burguesa. Efectivamente, mientras se constata que existe un régimen represivo, que la burguesía seguiría coqueteando con la idea de un nuevo Golpe de Estado (??), se plantea por un lado “recuperar la experiencia de autodefensa de masas hecha por el pueblo durante la lucha contra la Dictadura” y, por otro, “ante todo esto, elevar el apoyo a la querella a través de la recolección de firmas, individuales y de organizaciones”. Frente a la represión lo que debemos hacer es ponernos corbata e ir a firmar la querella que presentó Gladys Marín, pidiéndole al juez que encarcele a Pinochet.
En esta línea se plantea con claridad que el desafío de avanzar en la construcción de una alternativa de izquierda “surge de los resultados electorales”, y que esta alternativa debe sustentrarse en “una política amplia de construcción de un movimiento nacional, por cambios democráticos con dirección rupturista, que harán avanzar más rápido el proceso de acumulación de fuerzas”. Para ello califican de indispensable la “coordinación de las fuerzas más consecuentemente democráticas”. Por lo mismo plebiscito, Asamblea Constituyente y elecciones son el único lenguaje a través del cual puede hacerse viable este Frente, los “demócrtatas”, incluso de derecha no deben ser asustados (ni podrán ser convocados) en otro terreno que el de la legalidad burguesa.
UN PROYECTO DE DESARROLLO... PARA LOS PATRONES
Finalmente, la formación de este movimiento amplio, democrático y legalista (que utiliza las movilizaciones como ingrediente en su línea de colaboración de clases), termina planteando la necesidad de un Proyecto de Desarrollo Nacional. Este proyecto partiría definiéndose por “un reajuste de salarios”; “una reforma tributaria”; “por un mayor papel del Estado que controle y fiscalice a las transnacionales y grupos económicos”; “por la industrialización que sustituya las importaciones y ahorre divisas”; y, aleluya, “por la reducción del gasto militar”.Se debe subrayar que este Proyecto de Desarrollo Nacional, concepto difusamente sustentado por el economista del PC, Hugo Fazio, es un proyecto enteramente burgués, que se desprende de los conceptos de “desarrollo industrial” que planteara la CEPAL hace más de tres décadas. Se parte del supuesto de que sectores de la burguesía criolla van a embarcarse en un proyecto de desarrollo industrial, cuestión que permitiría una mejora de salarios y la ampliación del mercado interno.
Esto contraría la historia, ya que desde sus orígenes la burguesía criolla ha sido una criatura del imperialismo, no pasando de ser una burguesía mercantil y extractiva, incapaz de protagonizar -menos en esta fase de decadencia generalizada del capitalismo- el desarrollo integral del país. La división internacional del trabajo, en la que Chile se inserta a cabalidad, requiere de nuestro país servicios y materias primas para la moribunda industria imperialista. La servil burguesía nacional no tiene otro camino, de ahí que el mentado “Proyecto de Desarrollo Nacional”, que se plantea dentro de los marcos burgueses (eso significa “avanzar”), carece de toda viabilidad y su única utilidad es alimentar la idea de que el capitalismo puede desarrollarse, con lo que sólo beneficia a la burguesía.
Este proyecto sustentado por el PC, es de carácter burgués, como ya hemos demostrado. A mayor abundamiento, debe indicarse que según explícitamente señalan buscan “industrias para sustituir importaciones y ahorrar divisas” y quieren que el Estado burgués “fiscalice y controle” a las transacionales y grupos económicos que son dueños del propio Estado. No plantean la exigencia socialista básica de expropiación de la burguesía, no quieren que el saqueo y la explotación del país sea abolido por la revolución, sino que éste prosiga bajo fiscalización y control de los propios patrones. La Reforma tributaria que exigen sigue el mismo derrotero, aumentar el impuesto a la renta, que el patrón sacará del bolsillo del obrero.
Como vemos el Proyecto de Desarrollo, como el Frente Amplio son expresión de una política al servicio de los explotadores, que persigue adormecer a los explotados.
EL SENTIDO DEL FRENTE AMPLIO
Nos preguntamos ¿qué pretende el PC?, y la respuesta salta a la vista. No se requiere de un análisis muy profundo para develar el carácter de clase de sus políticas. No es necesario ser un gran analista para concluír que lo que busca el PC con este planteamiento es perfilarse ante sectores de la burguesía, como una alternativa viable, “seria” y enteramente responsable a la hora de mantener el actual régimen.Uno solo es el objetivo que visualiza la dirección del PC: la democracia burguesa, la reforma del actual régimen. No existe ningún planteamiento que oriente contra el sistema capitalista y la dictadura que ejerce la patronal con o sin democracia. La única Dictadura que parece interesarles es la de Pinochet, de ahí que no realicen un solo planteamiento de revolución social, de la toma del poder por parte de los obreros. Aunque resulte un tanto formal, se puede constatar que en estos análisis que plantea “El Siglo” para fundar su política de Frente Amplio y de Desarrollo Nacional, la palabra “revolución” no aparece ni una sola vez. Es forzoso concluír que el marco de análisis por el que deambulan es exclusivamente el reformas cosméticas al orden burgués.
Lamentablemente, en un país semicolonial como el nuestro, sostener una política proburguesa, como hace el PC, (también el PS y el conjunto de la izquierda reformista) importa también sostener un planteamiento pro-imperialista y antinacional. Es decir, desde una perspectiva histórica, estos reformistas no pueden siquiera ser equiparados con los reformistas europeos de comienzos de siglo. La socialdemocracia europea que vota favorablemente los créditos de la 1ª Guerra Mundial, adopta así una postura chauvinista del lado de sus propias burguesías, con lo que manda a la muerte y al enfrentamiento a los obreros de sus respectivos países. Estos socialdemócratas traicionaron a la clase obrera y defendieron los intereses de las potencias imperialistas en que estaban radicados. No puede decirse lo mismo ni de stalinistas ni de socialdemócratas (PC, PS) en Chile, pues ellos al traspasar la barrera de clase y servir a la burguesía, han pasado con ello a servir al imperialismo.
LA NECESIDAD DE UN FRENTE ÚNICO ANTIIMPERIALISTA.
A pesar de la labor desmoralizadora y confusionista del reformismo, y en este caso del PC, que ha prostituído las expresiones propias de la clase obrera de forma tal que la revolución y la lucha de clases se han transformado en expresiones fetiches para los 1º de Mayo, creemos en la vigencia del marxismo-leninismo, en tanto es la única herramienta por medio de la cual la clase obrera puede emanciparse idelógica y políticamente de la burguesía para erigirse como caudillo nacional.
La clase obrera, por su papel productivo es la única clase capaz de barrer del poder de la burguesía, expropiándoles su base de sustentación económica: la propiedad de los medios de producción. El proletariado sólo podrá desarrollarse en tanto sea capaz de estructurar su propio partido y programa político, el parido obrero revolucionario. Sólo por esta vía podrá expresarse en la lucha de clases planteando su propia estrategia, las Dictadura del Proletariado.
Resulta evidente, que en un país atrasado y semicolonial como el nuestro, la revolución no sólo será socialista, social, sino que combinará la realización de estas tareas, con las de tipo nacional (ruptura con el imperialismo, plenas libertades, formación de un mercado interno, etc) que NO PUEDE REALIZAR LA BURGUESÍA, NI DE LA MANO DE ELLA. Precisamante para objetivar, para concretar este papel del proletariado se hace necesaria la formación de un Frente Único Antiimperialista, que permita conducir a la mayoría nacional bajo la estrategia y métodos de la revolución proletaria.
Este Frente Unico Antiimperialista que planteamos es contradictorio con el Frente Amplio del PC, porque este último -como se ha demostrado- sirve a la estrategia de la burguesía: la contrarrevolución que les permita mantenerse en el poder. El Frente Único Antiimperialista que debe proponerse la resolución de los problemas nacionales de orden democrático y social, tendrá este nombre en la medida que sirva la unificación de las luchas a escala nacional y las proyecte como lucha de clases. Este Frente Único Antiimperialista, es tal precisamente porque levantando la estrategia de la Revolución Proletaria, lucha por su consecusión por la vía de la acción directa, la lucha, la movilización, JAMÁS POR LA VÍA ELECTORAL. Esta es compañeros, la verdadera lucha democrática, lo otro, lo del Frente Amplio sólo puede ser categorizado como una traición a la clase obrera.
El cumplimiento de estos objetivos será efectivo sólo a condición de estructurar a la vanguardia en torno al programa revolucionario, esto es construyendo el partido obrero revolucionario.
Valparaíso, Febrero de 1998
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